Hoy la AIV, es una institución madura, dedicada a lo religioso y espiritual, a la atención de los miembros menos favorecidos de la comunidad, al quehacer educativo, cultural, social, deportivo, lo relativo a la salud y la preservación de nuestra historia. Se presenta un balance positivo y digno, por lo que podemos estar orgullosos de haber logrado las metas que se propusieron los fundadores y hemos sabido mantenernos en el tiempo y crecer, para ser la comunidad que hoy somos. Estamos satisfechos del camino recorrido.