Janucá
Asociación Israelita de Venezuela

Janucá: La festividad de la luz

En tiempos de desesperación, de lucha incesante, de odio indiscriminado, ante todas estas vicisitudes causadas por los fuertes ejércitos del imperio griego, los herederos de Alejandro Magno; surgió un grupo de hombres – no muy numeroso – bajo la dirección de los Macabeos (Hashmonaím), quienes heroicamente y movidos por su fe derrotaron a los helenos y triunfaron ante el altar del Templo, que fue consagrado de nuevo al culto judío.

Los griegos, derrotados y obligados a evacuar Jerusalén, antes de marcharse impurificaron el aceite, aparentemente para impedir que los judíos volvieran a encender el candelabro de siete brazos, símbolo de su fe con ese aceite impuro; ya anteriormente, habían prohibido la práctica de ciertos mandamientos, que a su modo de ver eran irracionales y creaban un vínculo con el Dios de Israel, tales como la circuncisión y el Shabat – el respeto al séptimo día de la Creación – , pero autorizaron aquellos que parecían tener un fundamento lógico, como el respeto a los padres y la prohibición del robo.

Si nos preguntamos sobre el sentido de Janucá, el Talmud relata los hechos que dieron nacimiento a esta fecha de manera simple y concisa: «los griegos impurificaron todo el aceite que se encontraba en el Templo». Ellos deseaban que el candelabro fuese encendido, pero que los judíos se hubiesen visto obligados a hacerlo con ese aceite impuro. El objetivo era que el candelabro proyectara una luz extraña, querían transformar a los judíos, adulterar el mensaje, y de esta manera hacerlo permeable al proceso de helenización. Sin embargo, los Hasmoneos supieron reconocer el peligro y enfrentarlo, entonces se produjo el milagro de la luz.

Milagro, así se define esta festividad. La razón es sencilla, pues este plan habría tenido éxito si Dios no hubiera permitido que una pequeña jarra de aceite puro fuera encontrada, y que esa cantidad de aceite tan ínfima durase ocho días, que era el tiempo requerido para preparar un nuevo aceite, por lo que son ocho días de celebraciones.

La historia del candelabro hace referencia al milagro del frasco de aceite puro, recogido en la tradición rabínica. Porque el hecho de permanecer encendido durante ocho días consecutivos sigue siendo un gran misterio, pues sólo debería haber durado, a lo sumo, un día. El candelabro o Januquilla, se enciende de izquierda a derecha, una vela cada día y se coloca cerca de una ventana para que sea visible. Este es el rito característico de esta fiesta, durante la cual las familias cantan, juegan o degustan manjares de Janucá.

El milagro, más que la victoria de las armas aseguró la continuidad de la vida del pueblo judío, y como lo afirma el Talmud:

«Las luces del candelabro ya nunca desaparecerán», ni siquiera con la destrucción del Templo y la pérdida de la menorá, ya que el Todopoderoso dispuso que los judíos habrán de celebrar Janucá hasta el final de los tiempos”.