Purim
Asociación Israelita de Venezuela

Purim

La festividad de Purim se celebra los días 14 y 15 del mes de Adar, según el calendario judío (que coincide con el mes de Marzo), en recuerdo de la salvación del pueblo judío ante los edictos de Hamán el perverso, quien buscaba aniquilar a los hebreos que habitaban el imperio persa. Sin embargo el destino, que no es otra cosa que la voluntad del Todopoderoso, fijó el 14 de Adar como una fecha de regocijo perpetuo para nuestro pueblo. La salvación se logró gracias a la intervención de Esther, la reina, quien rogó y actuó para salvar a su pueblo

Estas fechas representan una festividad instituida por nuestros rabinos, es vista como de gran significación espiritual, a pesar de que la presencia de Dios no se hace obvia en el milagro que celebramos; es bien conocido que Su nombre (el nombre de Dios) nunca es mencionado en el relato de la Meguilá

Profunda enseñanza inculca Purim en nuestras mentes: valorar, apreciar lo cotidiano y la presencia de los milagros divinos que se producen en todo instante y que están ocultos a nuestros ojos.

Superficialmente, la historia de Purím tal como se relata en el Rollo de Ester, consiste en un número de eventos que, cada uno de ellos, al ser mirado individualmente, parece ser enteramente natural: El Rey Ajashverosh —Asuero–, en un ebrio arranque de enfado, se libra de su reina y encuentra una nueva en la persona de Ester, quien, cosa que él no sabe, es judía. Hamán, un rabioso antisemita que desprecia a los judíos y busca destruirlos, recibe la autorización del rey para hacerlo. Mordejái, pariente de Ester y líder del pueblo judío, informa a Ester de la perversa maquinación de Hamán y le implora que se haga cargo del caso de los judíos ante el rey. Ester lo hace. Hamán es colgado. El desastre es neutralizado.

Cada uno de los mencionados sucesos, visto individualmente, no parece para nada fuera de lo ordinario. El antisemitismo y el deseo de aniquilar —Di-s libre— al pueblo judío no comienza ni termina con Hamán. Que un rey en un ebrio furor se deshaga de su esposa no es una rareza. Que una reina judía deba implorar a su esposo que anule un devastador decreto contra ella misma y su pueblo es bastante natural. Sin embargo, cuando estos sucesos son tomados como un entero y particularmente cuando se presta atención a la notable cadena de sucesos narrados en forma detallada en el Rollo de Ester, la obra de Di-s en producir el milagro de Purím es claramente evidente.

Nuestros Sabios nos informan que el pueblo judío mereció el «milagro de milagros» de Purím a causa de su férreo autosacrificio espiritual por Di-s y Su Torá y mitzvot durante todo el año que Hamán los amenazó con la extinción. Este modo de servicio mereció una respuesta Divina al estilo de «milagro de milagros» porque el servicio a Di.s mediante la disposición al autosacrificio llega a un nivel tan sublime que transforma la naturaleza misma en un vehículo de Divinidad. La naturaleza misma se vuelve entonces tan permeada de Divinidad que es armonizada y concuerda con lo milagroso. Por consiguiente, la naturaleza misma se vuelve un receptáculo apto para el «milagro de milagros» de Purím.

Una de las lecciones prácticas de Purím es que si bien incluso un grado limitado de servicio espiritual logra resultados positivos, servir a Di-s de una manera totalmente alegre y con autosacrificio produce resultados infinitamente mayores. Los judíos durante la época del milagro de Purím no se contentaron con meramente servir a Di-s al grado de merecer un milagro, sino que, en cambio, insistieron en servirlo con total autosacrificio. Esto resultó en el «milagro de milagros» de Purím. Nosotros, también, debemos esforzarnos en hacer lo mejor que podamos como judíos, aun cuando implique una substancial medida de autosacrificio. Purím nos enseña que los resultados bien valdrán nuestros esfuerzos.

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