La Tora enseña el respeto y la conservación de la naturaleza. Los seres humanos celebramos junto con los árboles, pues el hombre es un árbol del campo que se nutre de raíces profundas desde Abraham y Sara, nuestros frutos son las buenas acciones que se hacen en este mundo, en este Olam.
Debemos plantar nuestra semilla en un terreno fértil en el que crezca firme, “Sembrar hoy, para cosechar mañana”. De nosotros dependerá no sólo cultivar un campo que florezca, sino también honrar y agradecer los alimentos que la tierra nos proveerá y, de este modo, heredar a las generaciones que vienen una cosecha cuantiosa y sostenible.